viernes, 8 de abril de 2011

CAPITULO III: Una bailarina, un retrato familia y una mirada triste



Ya había pasado una hora eterna o al menos eso me pareció a mí. El hombre que junto a mí madre que hablaba sin apenas respirar miraba alrededor observando y examinando su impecable uniforme militar. Apenas oír podía con claridad ya que mi hermana Bianca con su vestido de ballet,  no paraba de susurrar una pegadiza cancioncilla que había oído en la radio. Todas las tardes se iba a casa de una de sus amigas y allí se pasaban la tarde escuchando la radio. Yo en cambio solía ir a la playa a mirar el mar, todas las tardes menos esta. Sentados en la escalera seguíamos mirando la escena sin entender nada más que lo que decía mi intuición.
 
-Señora, lo siento pero no puedo esperar más tiempo… Dijo el levantándose sin apartar la vista de un retrato familiar, sobre una pequeña mesilla.
Su mirada se volvió triste y melancólica al volver a observar la sonriente figura de James Shcott junto a su mujer y sus hijos.

Solo yo me percate de aquella expresión, que me preocupaba a cada segundo que pasaba. Debí de ser el único que se dio cuenta porque mi madre seguía hablando y hablando soltando disculpas y palabras sin sentido, se notaba que estaba tensa,

Un ruido acallo a mi madre que seguía disculpándose por la visita en vano. La puerta se abrió.