domingo, 14 de agosto de 2011

CAPITULO VII: El guardián del sueño.


Para mi sorpresa, Bianca no estaba equivocada, sino todo lo contrario. Un gato proyectaba su cálida mirada y tranquilizadora  y a la vez extraña todas las noches frente a la ventana.

Desde que el guardián del sueño, como lo llamaba Bianca, velaba sus sueños, esta ya no tenía pesadillas. Al llegar la mañana el gato ya no estaba pero al comenzar la noche aparecía de nuevo el murmullo de aquel guardián que protegía a Bianca de cualquier mal que atacara en sus sueños y pensamientos frágiles.

Su mirada, como ya he dicho, transmitía la calidez y la calma que  desde hacia unos meses, casi años, nos habían abandonado para emprender un vuelo y desde allí cuidarnos, o eso creíamos.

Aunque la tristeza y la desesperación reinaban aun entre los recuerdos rotos, una sensación familiar y acogedora se iba apoderando de todos nosotros desde la llegada del gato.