La tragedia se había cebado de mi familia. Desde lo sucedido la vida se me hacía abrasadora como una llama incesante quemándome por dentro y el pecho me dolía como si unas garras me fueran arrancando poco a poco mi pasado y mis recuerdos. Mi madre vivía a desgana, pasando tardes enteras mirando las olas y el agua cristalina, mientras una lagrima le acariciaba la mejilla. Sus ojos denotaban una fragilidad y debilitada que no creí que pudiera nacer de una mujer como mi madre, fuerte, valiente…
Bianca, en cambio, pasaba las horas en su cuarto como si nada hubiera ocurrido y acudiendo a sus clases. A pesar de su corta edad es incluso más fuerte que yo… hasta el punto de asustarme.
-Hoy lo he visto…- Dijo Bianca con una extraña emoción reflejada en sus ojos.
-¿A quién?- pregunté con preocupación.
-El gato, esta noche también ha estado frente a mi ventana…
-He ido noche tras noche a tu habitación y no hay ningún gato
Su mirada se volvió hacia la ventana cerrada.
-Sí, viene todas las noches a visitarme y se queda frente a mi ventana mirándome hasta que me duermo, es mi guardián- Respondió Bianca algo irritada al ver que no tomaba en serio sus palabras…
Es verdaderamente precioso y conmovedor este relato, me encanta Lucía.
ResponderEliminar